El grandioso mar

Qué maravilla, el mar. Que preciosidad, que encanto, que misteriosa. Sí, todo eso lo comparto pero a la hora de viajar palomas te aseguro que no es tan agradable ni fabuloso.

El mar es una barrera horizontal la cual nuestras palomas están obligadas a superar si quieren llegar a casa. Qué triste pensar en alguna posible paloma tragada por el mar, exhausta de volar. Pero que sentimiento de alegría cuando una consigue atravesarlo y volver sana y salva. Tengo que admitir que me da rabia la gente que dice " ¡He marcado 5 palomas de 10 mira qué bien! ¿Mira que bien? Yo estaría contento, sí, pero por las que han llegado, pero, ¿y las otras? A mí no me da igual - Son solo palomas- dicen. Para mí no son solo palomas, para mí son parte de mi ser para así decirlo. Las ves nacer, las ves crecer, las ves volar... ¿y después da igual perderlas? Sé que también es mi carácter pero pienso que estoy en lo cierto. Solo nos centramos en las que regresan, y yo miraría más de centrarnos también en aquellas que no han vuelto. Creo que soy tan exigente porque competimos por mar, ya que si compitiéramos por tierra a lo mejor no le daría tanta importancia, porque sé que tienen muchísimas posibilidades de sobrevivir, en cambio si la pierdes en plena ruta marítima, adiós para siempre. Es por eso que prefiero pensar que he perdido la paloma en tierra que en mar.

Otra cosa que me da rabia, sí. ¿Cómo se puede enviar una paloma a una suelta de competición si no está 100% preparada para volver? Una paloma, por pequeño fallo que posea no debería enjaularse. Con pequeño fallo me refiero a: falta de alguna pluma en el ala, recién salida de una enfermedad, en plena medicación, etc. La gente no le da importancia pero estoy segurísimo que son altísimas las posibilidades de perder ese animal.

¡Dejémonos de traumas! Pensemos en cuando vuelve ¿mejor? Esa paloma que da lo imposible por volver a su casa, por ver de nuevo su palomar, su pareja, su dueño. ¿No es fantástico? Te paras a pensar y te das cuenta lo mucho que ama esa paloma su hogar. Que satisfactorio. Y ya no hablo de una Ibiza, sino imaginaros cuando vuelven de Baza o Marbella, que aun no he tenido la suerte de experimentar. Increíble. Una paloma, un animal tan pequeño, capaz de recorrer cientos de kilómetros para volver a casa... Fascinante su capacidad de sufrimiento, sus ansias de volver. Y también es fascinante pensar que ha venido por encima del mar, en la cual no tiene ni una simple orientación, puro instinto.

En conclusión, disfrutemos de las palomas que nos llegan, de las palomas que marcamos, pero seamos conscientes de las que no vuelven. Si lo pensamos en frio, aparte de posibles halcones, cables... quizás esa paloma no estaba preparada para ir a esa suelta, quizás no tenía las plumas completas, quizás estaba un poco enferma o quizás le faltaba físico y eso, eso sí es culpa nuestra. Mentalicémonos.

Finales de setiembre de 2016

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